El Ángel de la Muerte
Si en mi entrada anterior os conté un poco de la vida de un hombre que consiguió salvar a miles del personas del Holocausto nazi, en esta, os muestro un personaje totalmente opuesto, la otra cara de la moneda: Josef Mengele.
Este hombre, de profesión médico, o al menos así se catalogaba así mismo a pesar de que su ejercicio no se adaptase en nada al código deontológico al que todo profesional de este campo se atiene. Sin embargo, parece ser que Mengele no tenía ni una pizca de ética y ni mucho menos de humanidad y compasión.
Destinado en el Departamento Central para la Raza y la Repoblación en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, pidió su traslado al campo de Auschwitz donde continuaría con sus experimentos sobre la genética y eugenesia.
Lo primero que hizo nada más llegar al campo de exterminio fue erradicar el tifus: «Unos días después de su llegada, cuando Auschwitz estaba en medio de la agonía de una de las muchas epidemias de tifus, Mengele se creó fama de ser eficaz de forma radical y despiadada» afirmaron Posner y Ware. Mandó a unos 1.600 prisioneros con algún síntoma de la enfermedad a las cámaras de gas. Posteriormente mandó a un barracón de mujeres al mismo lugar y lo hizo limpiar.
Mengele se interesó especialmente por las parejas de gemelos, por lo que era habitual verle en la rampa de selección de prisioneros a la llegada al campo. La mayoría de sus sujetos de experimento eran niños judíos y romaníes. Fue en estos hermanos donde pensó que encontraría la clave para la rápida reproducción de la raza aria; los médicos nazis "pretendían clonar una raza".
El médico por llamarlo de alguna sentía predilección por las pruebas con rayos X y de resistencia del dolor humanos. En sus estudios con gemelos se dedicaba a inyectarles distintas sustancias para ver como sus cuerpos reaccionaban simultáneamente, así como tintes en los ojos. Llegó incluso a infectar de tifus a hermanos para sacarles sangre durante las diferentes etapas de la enfermedad hasta su muerte cuando finalmente serían diseccionaos para comparar sus anatomías y reacciones.
Pero uno su depravación seguía más allá pues quería "crear" siameses y en una ocasión cogió a dos infantes de cuatro años a los que cosió por la espalda hasta las muñecas llegando incluso a unirles por algunas venas. Obviamente, los gemelos sufrieron un dolor y una gangrena terrible hasta finalmente morir.
Entre sus terribles experimentos, además, Mengele se dedicaba a amputar miembros sin anestesia que a veces eran reimplantados en otros niños; producía heridas para ver las reacciones y experimentaba con personas con malformaciones con el fin de averiguar si estos problemas guardaban alguna relación con la raza. De hecho experimentó con una familia de enanos a los que extrajo la médula ósea.
Desafortunadamente el médico pudo huir tras el desmantelamiento de los campos de exterminio y nunca fue encontrado para pagar por las más de 850.000 muertes que se había cobrado, llevándose consigo todas las pruebas que le incriminaban.
Alba Casillas Caballero
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