José
Orlandis (Palma de Mallorca, 1918 – 2010), catedrático de Historia del Derecho
y sacerdote, fue uno de los más destacados investigadores de la cultura
visigótica. Entre otros cargos, fue Presidente de la Academia Aragonesa de
Ciencias Sociales, vicedecano de la Facultad de Derecho de Zaragoza, decano de
la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra y Presidente del
Consejo Asesor Internacional del Anuario
de Historia de la Iglesia. En 2006 obtuvo el Premio Ramón Llul.
Como declaración de principios, el
autor, nada más comenzar el capítulo uno, nos presenta su idea de no reflejar
la imagen de la sociedad hispano visigoda como una mera enumeración de los órganos que la componen, ni de cuestiones
jurídico – institucionales, sino como algo vivo, dinámico de la población y de
sus gentes.
Para ello nos presenta personas
reales, tangibles, matrimonios, datos que nos acercan a la cotidianidad de
estas personas, acercándonos a hechos que nos resulten familiares a día de hoy,
aunque por momentos la enumeración de tantos personajes en un breve espacio
puede llegar a resultar abrumador.
Analizando el número de la población
goda observamos que el número de éstos en comparación con la población hispano
romana era reducida, apenas unos 200.000, y aunque en un primer momento ambos
elemen3estaban diferenciados, con el paso del tiempo ambas sociedades fueron
fusionando se.
Pasando en los siguientes puntos a
analizar el esquema de la estructura social, desde la jerarquía aristocrática,
tanto goda (seniores gothorum) como
la local, proveniente de las aristocracia hispánicas previas , la jerarquía
sacerdotal , la servidumbre formando así un sistema protofeudal.
Pero este término no debe llevarnos
a una concepción en la que únicamente había señores poseedores de tierras y
labradores sino como se resalta en uno de los apartados del primer capítulo,
existía una gran variedad de oficios, de entre los que destacaban por su
contribución los comerciantes debido a sus actividades mercantiles. Pero
también médicos e incluso maestros, habiendo escuelas de diverso grado.
La descripción de otros estratos de
la sociedad como los semilibres, siervos el medio rural, urbano y la vida
cotidiana se describen en los siguientes apartados de este primer capítulo.
Una vez analizada la sociedad en un
primer capítulo, nos es indispensable para la comprensión de esta analizar
otros aspectos como son la realidad económica y la cultural desarrolladas en
los dos siguientes.
Nuevamente, José Orlandis nos lleva
a una realidad que podemos palpar, acercándonos a aspectos tan cotidianos como
el precio de ciertos artículos, e incluso personas, que significaba ser rico y
ser pobre, en palabras del propio autor “de
todo esto se tratará a continuación, con el deseo de poder ofrecer una visión
lo más aproximada posible de la situación económica real de la población de la
Península ibérica en tiempos del Reino visigodo español”.
Una vez más, se nos hace mención de
la importancia que ha tenido la literatura jurídica en los tiempos de los
visigodos en la península, pues enumerando las leyes de Chindasvinto y Ervigio
podemos valorar lo que se consideraría un rico patrimonio o una fortuna media.
Se nos retrata esa economía en las
diferentes áreas geográficas de la península, en el norte eminentemente
ganadera; la meseta y el mediodía peninsular añaden también el cultivo de
cereales.
Pero sin duda uno de los aspectos que
caracterizan la época visigodo-católica es el florecimiento cultural. Son
varios los nombres destacables, aunque sin duda los más prominentes sean Dan
Isidro de Sevilla e Ildefonso de Toledo.
Pero una vez más, no se trata, como en el resto de la obra, de enumerar la
producción literaria de esta época, sino de acercar esa cultura y ponerla en
consonancia con el resto de la sociedad que tratamos. Nuevamente nos adentramos en datos tangibles,
reales, cercanos a las personas y sus vidas.
Una vez terminados estos tres
primeros capítulos en los que el autor expone a grandes rasgos los contextos
social, político, cultural y económico pasamos a los siguientes: El rey y la corte, Concilios en Toledo,
Judíos y judaizantes, La guerra, La peste, La edad dorada de Mérida y el último,
Sentimientos y pasiones.
En el primero de éstos, “El rey y la
corte” se nos relatan varias características concernientes a diferentes
aspectos del rey, de su persona y de su entorno. Desde la elección de éste,
pues la monarquía visigoda no era forzosamente de carácter hereditario, su
unción por parte de los obispos. Vemos en este hecho la importancia que tiene
la relación entre la Iglesia y el estado. Nos describe también el vivir diario
de la corte, sus entramados, personajes, funciones de éstos y su desarrollo en
la que fue la corte sita en Toledo. En ella toda una serie de personajes, desde
los servicios y gerencia palatina hasta los cortesanos pasando por el tesoro
real.
Unos de los hechos más importantes
del reinado visigodo en el territorio peninsular fueron los concilios. Estos no
se desarrollaron solo en Toledo, (aunque si son los más conocidos) sino en
otras ciudades del reino. En el libro se nos muestra una tabla con las fechas y
lugares en los que acontecieron. También se nos describe y relata los lugares,
basílicas donde hubieron lugar. Pero los concilios, tal y como se nos muestra
en esta obra, no trataron únicamente sobre temas religiosos, sino que también
influyeron en el ámbito popular, político y público.
Otros de los capítulos trata acerca
de la población hebrea en Hispania. Como es tónica habitual en la obra, nombres
propios, personas, nos acercan a la realidad de estas gentes, preocupaciones,
pues uno de los apartados trata sobre los oorígenes del denominado <<problema
judío>>. La convivencia entre cristianos y judíos, los compromisos
adquiridos, sus profesiones son tratadas de manera particular en este capítulo
en particular. Así como las consecuencias que tuvieron para las personas de
esta creencia el Concilio IV de Toledo.
Inevitablemente, la guerra formó
parte de la sociedad visigoda de esta época. No solo en su recta final con la
derrota ante los musulmanes, sino conflictos civiles entre otros visigodos, así
como luchas contra las posesiones bizantinas en la península. Se nos describen
diversas campañas militares tanto de gran como de menor envergadura.
El capítulo VIII está dedicado a la
peste siendo abierto por el apartado << Calamitates et miseriae>>
se nos relatan las penurias no solo
bélicas, sino naturales como plagas de langostas y sequías que a su vez
provocaban terribles hambrunas, que
estas gentes sufrieron. Es en este capítulo donde tal vez el autor nos haga
empatizar y sentirnos más cerca de las gentes que vivieron en este periodo.
Pero sin duda una de las más terribles fue la “peste de Justiniano” ocurrida
alrededor del año 540.
La peste se consideró un castigo
divino y como tal, la cura solo podía provenir de Dios y de Jesucristo, por lo
que se invocaban a Ellos de manera suplicante himnos litúrgicos con temas como
el “Cristo médico”.
El penúltimo capítulo lo dedica
Orlandis en exclusividad a la ciudad de Mérida haciendo un recorrido por la
historia de la misma citando a personajes que vivieron es ella.
El último capítulo del libro
comienza mencionando nuevamente el objetivo principal de la obra “En los
capítulos precedentes se ha hecho un esfuerzo por aproximarnos, en la medida
permitida por las fuentes, a los hombres que vivieron en España en tiempos de
los godos”.
Diversos factores fueron los que
desencadenaron una intranquilidad y una “angustia colectiva” (parte del título
del primer apartado de este capítulo) en los hombres de esta época. Los
mencionados conflictos bélicos, hambrunas etc, crearon una consciencia en el
que el entusiasmo religioso fue patente en estas gentes.
La obra concluye con un cuadro
cronológico en el que se nos exponen hechos relevantes de la historia de los
godos en el territorio que hoy ocupa España, comenzando en el 409 con la
invasión de la Península Ibérica por suevos, vándalos y alanos y concluyendo en
el 711 con la invasión islámica: batalla de Guadalete y desintegración del
Reino Visigodo.
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